El Alma de una Rosa
Desde el Corazón de Ecuador al Mundo
Por: Aborígena – Back to the Roots


A 2.800 metros sobre el nivel del mar, entre los valles fértiles que se extienden al pie del volcán Cayambe, florecen algunas de las rosas más hermosas y codiciadas del planeta. Ecuador, con su ubicación privilegiada en la línea ecuatorial, es un paraíso para el cultivo de flores: más luz solar durante todo el año, suelos volcánicos ricos en minerales, y un clima templado que favorece la producción de rosas de tallo largo, pétalos perfectos y colores intensos.
Pero entre los gigantes de la agroindustria, hay historias más pequeñas, más humanas, más reales.
Don Jaime Lema: Entre Espinas y Sueños
Don Jaime Lema, un agricultor indígena de 53 años, es el corazón detrás de “Pachamama Flores”, una plantación orgánica familiar ubicada en Tabacundo, una de las zonas florícolas más activas del país. A diferencia de las grandes fincas que usan pesticidas y fertilizantes químicos, Jaime cultiva sus rosas de forma ancestral: con compost orgánico, infusiones de ajo, ají y cola de caballo para controlar plagas, y mucho respeto por la tierra.
"Mi abuela me enseñó que no se puede pedirle a la tierra sin darle algo a cambio," dice Jaime, mientras acaricia con orgullo uno de sus rosales en plena floración. "Por eso no usamos químicos. La tierra es nuestra madre, no un negocio."
Con la ayuda de su esposa Carmen y sus dos hijos adolescentes, Jaime logra producir cerca de 3.000 tallos al mes. No son muchos, pero cada rosa es tratada como una joya: cortada a mano al amanecer, empacada con materiales reciclables, y enviada a clientes en Quito, Cuenca, y ahora gracias a Aborígena, también a mercados boutique en Europa.
Rosas Premium: No solo belleza, también ética
Las rosas de Pachamama Flores no solo destacan por su belleza sino por su historia. Cada tallo cuenta un relato de trabajo justo, conexión con la tierra y compromiso ambiental. No hay monocultivo: entre los rosales crecen también caléndulas, lavanda y albahaca, para mantener un equilibrio natural. No hay explotación laboral: toda la familia trabaja con horarios dignos y mucha pasión. No hay residuos tóxicos: todo se reutiliza o compostea.
El aroma suave, la textura aterciopelada de los pétalos, y el mensaje de sostenibilidad hacen de estas rosas un producto verdaderamente premium.
"Cuando alguien recibe una de nuestras rosas, no está comprando solo una flor. Está llevando un pedacito de nuestra historia, de nuestra tierra," dice Jaime con una sonrisa serena.
Florecer sin destruir
El caso de Don Jaime no es aislado. Cada vez más pequeños productores en Ecuador están apostando por modelos agroecológicos, conscientes de que la belleza no debe venir a costa del planeta. Y marcas como Aborígena están apostando por dar visibilidad a estas historias, integrando productos florales, cosméticos naturales y experiencias sensoriales que honran las raíces.
En un mundo donde el lujo busca reconectar con lo auténtico, no hay nada más valioso que una rosa que florece en armonía con la tierra.
Y en las manos de Don Jaime, florece también la esperanza.